COP30 NUEVA RONDA DE NEGOCIOS: LA ERA DE LA INVERSIÓN
Con antelación a la COP30 de Cambio Climático, que se reunirá del 10 al 21 de noviembre de 2025 en Belém, Brasil, el presidente Lula Da Silva, presentó a la cumbre de presidentes la propuesta del Fondo Bosques Tropicales para Siempre (Tropical Forest Forever Facility (FTTT) con el que busca conseguir dinero para compensar a los países que conservan sus selvas tropicales: “Los beneficios del fondo serán para los países que tienen bosques tropicales y para los inversores”. Se trata de poner fin a las donaciones y pasar a la era de la inversión, en el marco del capitalismo verde.
Previo a la cumbre se reune en la misma ciudad Brasilera del 7 al 12 de noviembre el IV Encuentro Internacional de Comunidades Afectadas por Represas y Crisis Climática donde participan delegados de organizaciones y movimientos de 5 continentes para articular luchas y construir estrategias conjuntas frente a los impactos de las represas y el cambio climático y proponer soluciones alternativas al mocelo capitalista.
Como fundador de la Asociación Campesina y de Afectados por el Proyecto Hidroeléctrico El Quimbo ASOQUIMBO me propongo compartir algunas reflexiones relacionadas con el Nuevo Pacto Verde, la descarbonización por despojo y la crisis climática.
“Desde hace algún tiempo, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) junto con el sector empresarial y hasta ciertos ámbitos de la izquierda política, vienen hablando con entusiasmo de la necesidad de un New Deal Verde” (Introducción Libro Pluriverso)
Desde las grandes corporaciones y los centros de poder se consideraba que era compatible el “crecimiento económico y la protección de los ecosistemas” desde donde surge el concepto del “Desarrollo Sostenible” y la imposición de los “Objetivos del Desarrollo Sostenible”, aprobados por la ONU.
Sin embargo, ese concepto dejó de utilizarse porque es insostenible. Se propuso a cambio una “renovación del capitalismo” (progresismo), a partir de cambiar la base energética fósil (Petróleo, Gas, Carbón) por energías renovables, (Green Energy) solar, eólica etc. "sin transformar las relaciones sociales, la lógica del crecimiento y consumo sin límites y sin tocar la lógica de la acumulación de capital”.
Thomas Friedman (2007) utilizó el término Green New Deal (Nuevo Pacto Verde) para referirse a un programa para revitalizar la economía norteamericana alrededor de las denominadas “energías verdes” y una gran oportunidad para ampliar los negocios.
El término “economía verde” fue adoptado en el 2012 por la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, bajo el supuesto que es posible un capitalismo respetuoso con el planeta y los recursos naturales.
En 2019, el economista y sociólogo norteamericano Jeremy Rifkin publica su libro El nuevo pacto global verde (la civilización de los combustibles fósiles colapsará en torno al 2028). Ese mismo año, el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz, publica su obra Capitalismo progresista: la respuesta a la era del malestar.
El Green New Deal, (o el Consenso de la descarbonización) se plantea como la supuesta solución a la crisis climática fundamentada en la pretendida economía verde, o capitalismo verde que reproduce los mismos modelos de privatización de los Bienes Comunes y de la concentración de las riquezas mediante la desposesión y la profundización de las desigualdades.
Con razón Breno Bringel y Maristella Svampa sostienen que “El colonialismo energético es la pieza central del «Consenso de la Descarbonización»: un nuevo acuerdo capitalista global que apuesta por el cambio de la matriz energética basada en los combustibles fósiles y que condena a los países periféricos a ser zonas de sacrificio, sin cambiar el perfil metabólico de la sociedad ni la relación depredadora con la naturaleza”.
Dicha solución es impuesta a través de las COPs que incluye “descarbonización del planeta a través de la reducción de las emisiones de carbono y las llamadas soluciones cero neto y basadas en la naturaleza”.
Los Proyectos de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques REDD+ creados por la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) y los Bonos de Carbono establecidos en el Pacto de Kioto (1997) son el mejor ejemplo de “descarbonización por despojo”.
Los bonos de carbono son una forma de financiación del medio ambiente que permite a los países industrializados y empresas contaminantes reducir sus emisiones de GEI en países donde les resulta más económico y rentable. Contaminar en los países desarrollados se transforma en un derecho y al mismo tiempo en un gran negocio de especulación financiera.
Existen diversas investigaciones que coinciden en denunciar la gran estafa de las compensaciones de carbono como Censat Agua Viva, The Guardían, Revista Science, El Pais, entre otros.
Basta con mencionar las investigaciones de International Rivers ¿Por qué no funcionan las compensaciones de carbono?
“Con la excusa de promover el desarrollo sostenible, el Mecanismo de Desarrollo Limpio, el sistema más importante de compensación de carbono, se ha convertido en un juego sucio que aumenta las emisiones de gases de efecto invernadero. Se entregan miles de millones de dólares a las empresas químicas y a los promotores de represas destructivas y proyectos de combustibles fósiles. El rápido desarrollo de la industria de los corredores y asesores de carbono presiona para que el MDL crezca y para que sus normas se debiliten aún más. Si nuestro deseo es mantener el apoyo público para conseguir la eficacia de la acción mundial contra el cambio climático, no podemos arriesgarnos. A corto plazo, el MDL debe ser radicalmente reformado y a largo plazo, sustituido”.
La nueva ola del Progresismo en América Latina está sometida aún a las soluciones impuestas desde las COPs y, específicamente, a la Política internacional de Norteamérica para la expansión de los mercados verdes, establecida en el documento "Executive Order on Tackling the Climate Crisis at Home and Abroad” (Orden Ejecutiva para Abordar la Crisis Climática en el Interior y en el Extranjero, 2021) donde se establece que “las consideraciones climáticas son un elemento esencial de la política exterior y la seguridad nacional de los Estados Unidos”. Implica la financiarización, mercantilización y militariazación de la naturaleza con énfasis en la bioeconomía como el sustento teórico para la apropiación de las funciones de la naturaleza (fotosíntesis, ciclo hídrico, el aire, la riqueza genética) concebidas como "servicios ecosistémicos" y activos financieros para la acumulación del capital y el control (imperial) de la naturaleza y de los territorios.
Estas soluciones impuestas por el capitalismo verde son promovidas por sectores de izquierda y diversas ONGs que son mediadoras entre el estado y el mercado, y que reciben financiación de empresas transnacionales para que dividan a las comunidades y neutralicen las acciones de resistencia, bajo el supuesto de mejorar las condiciones de las comunidades como los Pagos por Servicios Ambientales” y logren incidir en las políticas públicas a favor de los intereses de las grandes corporaciones transnacionales.
La solución a la crisis climática continúa siendo la misma que se viene planteando en todas las conferencias, como la de París en el 2015, donde se prometen pactos no vinculantes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, en torno al límite tolerado de 1.5 grados centígrados en términos comparativos con la era preindustrial, desde la lógica de la economía de mercado sostenible, mientras las emisiones continúan incrementándose, profundizando la crisis climática y los anuncios de una catástrofe. En el Informe 2023 del IPCC se constata cómo la temperatura de la superficie global ha aumentado en 50 años desde 1970 más rápido que en cualquier periodo de los últimos dos mil años, razón por la cual el 28 de julio del año en curso, el secretario de las Naciones Unidas decretó que la era del calentamiento global ha terminado y hemos ingresado a la “ebullición global”.
Sin embargo, desde las Naciones Unidas, grandes corporaciones y los centros de poder se proponen falsas soluciones como la “renovación del capitalismo” (progresismo), a partir de cambiar la base energética fósil (Petróleo, Gas, Carbón) por energías renovables, (Green Energy) solar, eólica etc. "sin transformar las relaciones sociales, la lógica del crecimiento y consumo sin límites y sin tocar la lógica de la acumulación de capital”. Plantean que gracias a la técnica, se puede capturar, sepultar el carbono y así evitaremos la catástrofe climática; que el mercado es el principal escenario para controlar la crisis ambiental con los impuestos al carbono o los derechos de emisión que se permite contaminar y luego pagar y que el cambio climático es inevitable, por tanto, sólo podemos adaptarnos a él (resiliencia, mitigación de impactos, etc), que incluye la expropiación del material genético (financiarización de la naturaleza). Ahora se venden la selva, los bosques, la Amazonía.
Estudios demuestran que cuando se difunde que se está en un proceso de Transición Energética para cambiar el modelo del uso de las energías y de la matríz productiva, las reservas de hidrocarburos fósiles aumentan y se consume cada vez más energía fósil, especialmente, el suministro de gas y carbón y se viene avanzando en la generación de electricidad (represas, centrales térmicas, paneles solares) consideradas “energías no contaminantes”. Además, se pregona de una parte, la necesidad de reducir los GEI, pero de otra, el consumo total de energía aumenta.
Para el investigador Alfredo García, en publicación Viento Sur 13#mce_temp_url# de noviembre “COP26: una vez más, ¡los fósiles mandan!” afirma que “lo que importa son las tecnologías verdes, no la salida de los combustibles fósiles, ni siquiera del carbón solamente” razón por la cual “el capitalismo puede seguir explotando las minas de carbón, e incluso abrir otras nuevas, siempre que las centrales eléctricas de carbón estén equipadas para capturar y almacenar el CO2 (CAC) o para utilizarlo en otros procesos industriales (UCC)”. Agrega que la “subvención eficaz” es para los capitalistas porque una subvención social es ineficaz, ya que no crea plusvalía.
El capitalismo se propone diversificar la oferta energética con las denominadas “energías no contaminantes” lo que explica la "guerra por los nuevos minerales" que se refiere a la intensa competencia global por el control de minerales críticos para la tecnología moderna, como las tierras raras, el litio, el cobalto y el grafito, fundamentales para la “transición energética corporativa” y los dispositivos electrónicos. Esta disputa tiene dimensiones geoeconómicas y geopolíticas, que explican casos como la firma de un acuerdo para la explotación de minerals críticos y las tierras raras entre Ucrania y Estados Unidos; el control militar del Caribe y la amenaza de invasión a Venezuela y el interés del Comando Sur de EUA. por controlar el Triángulo del Litio, ante la influencia de actores adversarios como China y Rusia.
En síntesis, todas las COP desde 1992 vienen planteando falsas soluciones a la crisis climática. El problema de fondo es que existe una contradicción entre el funcionamiento de la acumulación de capital que le otorga una potencialidad ilimitada para la obtención de riqueza a los inversionistas y los límites biofísicos del planeta que se confirma estadísticamente si se tiene en cuenta que la huella ecológica #mce_temp_url#que otorga el planeta a cada uno de sus habitantes es cerca de 1,8 hectáreas y actualmente se ha llegado a 2,7 hectáreas, es decir, que cada ser utiliza más espacio para cubrir sus necesidades de lo que el planeta puede darnos.
Michael Lowly sostiene que «El calentamiento planetario es producto de la lógica absurda e irracional de expansión y de acumulación al infinito del sistema capitalista, a su productivismo obsesionado por la búsqueda de la ganancia que es totalmente contradictoria con una racionalidad ecológica, que toma en cuenta la temporalidad larga de los ciclos naturales», razón por la cual, no hay solución a la crisis ecológica en el marco del capitalismo de su productivismo y consumismo, del mercado, de la acumulación del capital y la maximización de los beneficios. Su lógica perversa conduce inevitablemente a la ruptura de los equilibrios ecológicos y a la destrucción de los ecosistemas.
Se requiere de un cambio civilizatorio, que rompa con el productivismo y el consumismo para lo cual es fundamental la apropiación colectiva de los medios de producción y transformar radicalmente las fuerzas productivas y avanzar hacia la soberanía y autonomía energética y alimentaria con soluciones energéticas propias, razón por la cual los Movimientos ecosociales, ecofeministas, ambientalistas, entre otros, debemos construir nuestras propias Agendas y movilizarnos contra el "capitalismo verde", hacia una transición ecosocial que implica una planificación democrática, orientada a la satisfacción de las verdaderas necesidades que son definidas por las comunidades y el respeto de los equilibrios ecológicos del planeta que rompa con el productivismo y el consumismo para privilegiar la reducción del tiempo de trabajo y, así, la extensión del tiempo libre dedicado a las actividades sociales, políticas, lúdicas, artísticas, eróticas.
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