CATÁSTROFE NATURAL O DESCONOCIMIENTO DE LA CIENCIA Y EXPERIENCIA DE LAS COMUNIDADES VÍCTIMAS DE ENEL POR DESBORDAMIENTO DEL RÍO MAGDALENA.

Frente al incremento de los caudales del Río Magdalena y la apertura de las compuertas de las represas de Betania y El Quimbo y los graves daños causados a las comunidades ribereñas a nivel rural y poblaciones urbanas por el desbordamiento del Río Magdalena, autoridades de gestión del riesgo de desastres vienen ocultando quiénes son los responsables de la catástrofe como si se tratara de un fenómeno natural ahora atribuido en gran parte a la crisis climática.
Es importante destacar que desde los Estudios de Impacto Ambiental del Proyecto Hidroeléctrico El Quimbo ya existían análisis sobre riesgo mayor que se debían haber exigido para los embalses de Betania y El Quimbo y de cómo revaluar el mapa de amenazas y el plan de contingencias por crecientes hidroclimatológicas asociadas a descargas de las 2 hidroeléctricas.
Algunos expertos consultados plantean que hay que diferenciar el escenario climatológico natural de las crecientes del Río Magdalena, es decir, sin que existiesen los dos embalses, del nuevo escenario por la construcción de estas dos hidroeléctricas. En el primer caso, los estudios garantizaban cierto grado de certeza que permitían establecer las diferentes zonas de amenazas y de riesgo asociadas a esas amenazas (baja, alta e intermedia) y derivado de lo anterior definir las zonas de riesgo por inundación o crecientes súbitas.
En el segundo caso, no se refiere a un escenario climatológico natural y, en consecuencia, por tratarse de factores de primer orden se requiere de un tratamiento específico relacionado con la manera como se usan y regulan los caudales del embalse porque esa regulación tiene que ver necesariamente con la dinámica y el comportamiento del rio Magdalena. Entonces, lo que está sucediendo hoy es consecuencia directa del mal manejo de los caudales de los 2 embalses que repercute necesariamente en las poblaciones o los reasentamientos ribereños en el rio Magdalena. La responsabilidad es de la empresa Enel que coordina los dos embalses. La pregunta es por qué no se desembalsó lentamente la represa de Betania para que pudiera absorber los sobreniveles del Quimbo y así no tener que hacer descargas simultáneas.
La situación es la siguiente. Si la ANLA hubiera hecho su tarea de exigir el estudio del riesgo mayor junto con el IDEAM hoy se tendrían los mapas de amenaza pensando en esos sobre niveles que no son naturales sino que son controlados por el ser humano y haber realizado todo el Plan de reubicación y manejo de las riberas del Río Magdalena aguas abajo incluido el Municipio de Neiva. Ese mapa de amenazas tenía que haber sido parte de los elementos que se evaluaron para otorgar la Licencia Ambiental del Proyecto Hidroeléctrico El Quimbo. Como no fue primordial ese tema, es decir, se obvió, hoy estamos viviendo las consecuencias. Lo que más preocupa es que Enel, la propietaria de Betania y el Quimbo, no asuma la responsabilidad del desastre y tenga que asumirla el país a través de la Unidad de Riesgo de Desastres ya sea a nivel municipal, departamental y nacional y que tengan que sufragar los costos que no les corresponden porque las descargas debido a los sobreniveles de los embalses no son naturales y en este caso ya se tenía una información sobre las cotas de inundación en las zonas de afectación del río en condiciones de inviernos fuertes o atípicos. Pero en el caso de la apertura de compuertas se incrementan dichas cotas con las descargas de las 2 hidroeléctricas. Entonces Enel tiene responsabilidad porque debió prever y comenzar con unas descargas lentas y programadas de tal manera que no se permitiera llegar a la situación actual.
De igual manera debió haberse revaluado el Plan de Contingencias por crecientes hidroclimatológicas asociadas a la operación de los dos embalses.
En conclusión, se desconoció la ciencia y la experiencia de los habitantes. Es decir, se privilegió el interés particular sobre el interés general y se puso en riesgo a poblaciones. Además se pretende descargar la responsabilidad en las entidades del Estado con los costos que eso conlleva.
Ahora Bien. Es una oportunidad para que se exijan los estudios de riesgo mayor, es decir, donde se suman las crecientes torrenciales naturales más las descargas máximas que se pueden dar con los dos embalses, situación que por no haber sido evaluada por la ANLA y haber hecho una modificación de la Licencia de Betania y haber exigido unos planes de contingencia y unos planes de manejo hidráulico coordinado cuando se aprobó la hidroeléctrica El Quimbo, debe de inmediato ordenarse la realización de dichos estudios que permitan en adelante prevenir y manejar técnicamente las crecientes hidroclimatológicas de tal manera que se puedan evaluar y para impedir, como viene ocurriendo, que se encubren los hechos atribuyéndolos al azar, a fuerza mayor, o camuflándolos con supuestas catástrofes naturales.
No se puede desconocer que existen responsabilidades institucionales. Sin embargo, la mayor responsabilidad recae la ENEL, los dueños de los 2 embalses, porque ellos conocen qué ocurre cuando se construyen 2 represas en la misma cuenca. Eso es conocido en todo el mundo y no es nada nuevo por tanto no es una situación fortuita o de fuerza mayor.
Hay que agregar que la existencia de los 2 embalses le quitó regulación, amortiguación y de manejo natural a las crecientes del río Magdalena y eso incrementa los problemas generados por los inviernos fuertes cuando hacen descargas de esas 2 hidroeléctricas.
Resumen de consultas a expertos.
Miller Dussán C
Profesor Universidad Suircolombiana
Fundador de Asoquimbo.
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