CUMBRES CLIMÁTICAS RONDAS DE NEGOCIOS FINANCIEROS.
El 13 de noviembre concluyó la cumbre del clima COP 26 en Glasgow Escocia, donde se reitera que el aumento de la temperatura en la superficie del globo terráqueo obedece principalmente a las emisiones de gases de efecto invernadero como el CO2 derivado del uso de energía fósil y que las emisiones continuas podrían quebrar un límite de 1.5 grados de la temperatura global en poco más de una década.
La solución a la crisis climática continúa siendo la misma que se viene planteando en todas las conferencias, como la de París en el 2015, donde se prometen pactos no vinculantes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, en torno al límite tolerado de 1.5 grados centígrados en términos comparativos con la era preindustrial, desde la lógica de la economía de mercado sostenible, mientras las emisiones continúan incrementándose, profundizando la crisis climática y los anuncios de una catástrofe, situación que explica la declaratoria de “una alerta roja para la Humanidad” por parte del Secretario General de la ONU.
El Pais, edición América, de noviembre 13 de 2021 tituló "La cumbre del clima se cierra con un mensaje descafeinado contra el carbón y los combustibles fósiles" al sustentar que “en la declaración final de la COP26 también se pide a los países que reduzcan gradualmente el carbón y ‘las subvenciones ineficientes’ a los combustibles fósiles. Eso sí, sin fijar plazo alguno y dejando abierta la puerta a que continúen las centrales de carbón con sistemas de captura y almacenaje de CO₂ -es decir, para atrapar este gas antes de que llegue a la atmósfera-. En el caso de los subsidios, el veto solo afectaría a las ayudas “ineficientes”, lo que permite que cada país continúe dándolas discrecionalmente”.
Para el investigador Alfredo García, en su reciente publicación Viento Sur 13 de noviembre “COP26: una vez más, ¡los fósiles mandan!” afirma que “lo que importa son las tecnologías verdes, no la salida de los combustibles fósiles, ni siquiera del carbón solamente” razón por la cual “el capitalismo puede seguir explotando las minas de carbón, e incluso abrir otras nuevas, siempre que las centrales eléctricas de carbón estén equipadas para capturar y almacenar el CO2 (CAC) o para utilizarlo en otros procesos industriales (UCC)”. Agrega que la “subvención eficaz” es para los capitalistas porque una subvención social es ineficaz, ya que no crea plusvalía.
Todas las COP desde 1992 vienen planteando falsas soluciones a la crisis climática. El problema de fondo es que existe una contradicción entre el funcionamiento de la acumulación de capital que le otorga una potencialidad ilimitada para la obtención de riqueza a los inversionistas y los límites biofísicos del planeta que se confirma estadísticamente si se tiene en cuenta que la huella ecológica que otorga el planeta a cada uno de sus habitantes es cerca de 1,8 hectáreas y actualmente se ha llegado a 2,7 hectáreas, es decir, que cada ser utiliza más espacio para cubrir sus necesidades de lo que el planeta puede darnos.
Las COP son rondas de negocios, de mercantilización y colonialismo, que favorecen a los grandes grupos financieros, dado que la emisión de “bonos verdes” hace parte de la política de reducción de emisiones de CO2 que han terminado por convertirse en un segmento importante del mercado de capitales.
En Glasgow los voceros de los grupos financieros manifestaron disponer de un monto aproximado de US 130 billones para ejecutar proyectos ambientales que cuentan con el aliciente de “mejores comisiones bursátiles comparándolas con las de los no sostenibles; inversiones que quedan mayoritariamente en la esfera de la especulación financiera o en las empresas asociadas a la energía fósil”.
La especulación financiera y la lógica absurda de acumulación de capital nos conduce inevitablemente a la catástrofe, razón por la cual, los Movimientos ecosociales, ecofeministas, ambientalistas, entre otros, debemos construir nuestras propias Agendas y movilizarnos contra el "capitalismo verde", hacia una transición ecosocial que implica una planificación democrática, orientada a la satisfacción de las verdaderas necesidades que son definidas por las comunidades y el respeto de los equilibrios ecológicos del planeta que rompa con el productivismo y el consumismo para privilegiar la reducción del tiempo de trabajo y, así, la extensión del tiempo libre dedicado a las actividades sociales, políticas, lúdicas, artísticas, eróticas.
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