UNA TRANSICIÓN ECOSOCIAL ANTE LA CRISIS CIVILIZATORIA
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La expansión del Covid 19 desnudó la hegemonía del neoliberalismo y la magnitud de la actual crisis del capitalismo y de la civilización.
Analistas coinciden en la necesidad de cambios. Sin embargo, el interrogante es hacia donde se orientan las “transformaciones”, considerando además, las amenazas para la vida que viene ocasionando la crisis climática.
Jorge Riechmann, Adrián Almazán y 300 personas más en su declaración sobre “La necesidad de luchar contra un mundo ‘virtual’, advierten que “es posible que esta crisis sanitaria aparezca como un momento de aceleración de la virtualización del mundo, como el punto de inflexión de la transición desde el capitalismo industrial al capitalismo digital… que dé lugar a la aparición y estabilización de un nuevo régimen social basado en el miedo y aislamiento, de mayor desigualdad que suprima toda libertad…y el aterrador aumento del poder de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) sobre nuestras vidas; y su corolario, los proyectos de seguimiento digital de la población amparados en la necesidad de limitar el número de contagios de covid-19” que conduciría al fascismo tecnológico.
Complementario a la biopolítica derivada del poder de las TIC, se plantea un nuevo pacto denominado el Green New Deal, para evitar la catástrofe medioambiental que va desde reformas liberales del sistema fiscal a propuestas de un Estado de bienestar de corte socialdemócrata, incluyendo en algunos casos la nacionalización de las industrias energéticas, sin que constituyan un desafío para el sistema capitalista.
Se trata del capitalismo verde, de la pretendida economía de mercado sostenible que ha sido un fracaso, porque mientras en las Conferencias de las COP, como la de París, se prometen reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero éstas se incrementan profundizando la crisis climática y los anuncios de una catástrofe.
Existen alternativas radicales como los movimientos ecosocialistas, ecofeministas, de ecología social y ecología política que coinciden en que no hay solución a la crisis ecológica en el marco del capitalismo de su productivismo y consumismo, del mercado, de la acumulación del capital y la maximización de los beneficios. Su lógica perversa conduce inevitablemente a la ruptura de los equilibrios ecológicos y a la destrucción de los ecosistemas.
El ecosocialismo rompe con el modelo productivista y considera que la apropiación colectiva de los medios de producción es indispensable, pero es también necesario transformar radicalmente las mismas fuerzas productivas que implica cambiar las fuentes de energía fósiles por renovables; reducir el consumo global de energía y el decrecimiento de la producción de bienes suprimiendo las actividades inútiles (publicidad) y las perjudiciales (pesticidas, armas de guerra) poniendo fin a la obsolescencia programada. Implica, además, el cambio de los modelos de consumo, de las formas de transporte, del urbanismo, del modo de vida.
En resumen, se trata de un cambio civilizatorio, basado en los valores de solidaridad, igualdad y libertad y respeto de la naturaleza. La civilización ecosocialista “rompe con el productivismo y el consumismo para privilegiar la reducción del tiempo de trabajo y, así, la extensión del tiempo libre dedicado a las actividades sociales, políticas, lúdicas, artísticas, eróticas, etc”.
Un proceso de transición hacia el ecosocialismo implica una planificación democrática, orientada a la satisfacción de las verdaderas necesidades que son definidas por las comunidades y el respeto de los equilibrios ecológicos del planeta.
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