Documentos sobre El Quimbo
PROYECTO HIDROELÉCTRICO EL QUIMBO
Tomado del Documento Estudio de Impacto Ambiental - EMGESA S.A. E.S.P
El proyecto contempla la formación de un embalse sobre el río Magdalena mediante una presa en el sector encañonado denominado El Quimbo, localizado unos 1300 m aguas arriba de la desembocadura del río Páez.
Las obras de aprovechamiento hidroeléctrico consisten en una presa, un dique auxiliar de cierre, un sistema de desviación, un vertedero, un sistema de conducción y una casa de máquinas de pie de presa.
El embalse tendría una longitud de 55 km al nivel máximo normal de operación (cota 720 msnm), un ancho máximo de 4 km y un ancho promedio de 1,4 km. El área de inundación sería de 8 250 ha, el volumen total de embalse de 3 205 hm3 y el volumen útil de almacenamiento útil de 1 824 hm3.
CARACTERÍSTICAS RELEVANTES DEL ÁREA DE INFLUENCIA
El proyecto se encuentra localizado al sur del departamento del Huila entre las cordilleras Central y Oriental, sobre la cuenca alta del río Magdalena, al sur del embalse de Betania, en jurisdicción de los municipios de Garzón, Gigante, El Agrado y Altamira.
La presa que generará el embalse del proyecto hidroeléctrico El Quimbo se encuentra dentro del cañón que formó el río Magdalena al filo rocoso de la Formación Gualanday Superior en el sitio de El Quimbo, 1 300 m aguas arriba de la confluencia de los ríos Magdalena y Páez.
El área de influencia indirecta, desde el punto de vista físico - biótico comprende la cuenca tributaria directa del embalse, que incluye: por la margen izquierda, sectores de las microcuencas de las quebradas, Los Cocos, Las Guaduas, El Cedro, El Hueco, Zanjón El Alto, El Pedroso, Zanjón Algarrobo, Zanjón La Cascajosa, El Granadillo, La Turbia, Zanjón de La Mosca, El Limón, Quebrada La Yaguilga, Zanjón El Altillo, La Seca, Zanjón El Palmar, el Río Magdalena hasta la confluencia con la Quebrada Lagunillas y el Río Páez hasta la confluencia con la Quebrada El Espinal. Por la margen derecha, de las microcuencas del Río Suaza, las Quebradas Aguacaliente, Las Damas, Garzón, Majo, Jagualito, Voltezuela, Ríoloro, Alonso Sánchez, Zanjón de La Barrialosa, La Honda y La Guandinosa y una franja de 500 metros a lado y lado del Río Magdalena, desde el sitio de presa hasta la Quebrada Puerto Seco. Se incluye el embalse Betania desde el punto de vista de la modificación de la calidad de aguas por el llenado y operación del embalse El Quimbo.
Desde el punto de vista del medio social, el área de influencia indirecta corresponde a los siete municipios que se ubican en las subregiones centro y occidente del departamento del Huila: Gigante, Garzón, El Agrado, Altamira, Pital, Paicol y Tesalia. Para el componente fisico-biótico, el área de influencia directa comprende el vaso del embalse y las zonas de obras (vías de acceso a los sitios de obras, vías sustitutivas y obras, áreas de campamentos y talleres, así mismo las zonas de préstamo ubicadas en playas y vegas de los ríos Magdalena y Páez).
Para el medio social, el área de influencia directa del proyecto la conforman las siguientes veredas y centros poblados en cuyo territorio se prevé la construcción de las principales obras civiles: La Cañada, La Escalereta, San José de Belén, La Yaguilga y Pedernal en jurisdicción del municipio El Agrado; del municipio de Garzón comprende las veredas: Alto San Isidro, Monserrate, Balseadero, Jagualito, Barzal, Los Medios, y el centro poblado La Jagua; del municipio Gigante se encuentran las veredas Matambo, Río Loro, Veracruz, Libertador, La Honda, Espinal. Del municipio Altamira, la vereda Llano de la Virgen, y la vereda Alto de la Hocha, en el municipio Tesalia, harían parte de esta área, debido a que allí estarían ubicadas algunas zonas de préstamo.
EL FANTASMA DE URRÁ II
Por Ramiro Guzmán Arteaga Saturday
Nov. 24, 2007 at 8:47 PM
COPYRIGHT © 2007 EL ESPECTADOR
La primera construcción sepultó 7.400 hectáreas de selva húmeda. El proyecto hidroeléctrico Urrá II podría causar iguales o peores daños ambientales y sociales que su antecesor, la represa Urrá I en la región del Valle del Sinú.
Urrá parece estar dispuesta a plagar el Valle del Sinú de miseria y abandono, a acabar con la comunidad de pescadores del Bajo Sinú, con la última estirpe de los embera katíos del Alto Sinú y a arrasar con la biodiversidad que todavía queda en el Nudo de Paramillo. Urrá I hirió de muerte al Valle y parece que la represa de Urrá II le dará la estocada final.
El ministro de Minas y Energía Hernán Martínez Torres soltó de un solo golpe y con desafiante comentario su propuesta de construir Urrá II: “No podemos atrasar el desarrollo del país por posiciones ambientalistas”. Pero Urrá II no sólo no controlará las inundaciones sino que acabará el Parque Natural Nudo de Paramillo. El Valle del Sinú, considerado uno de los más fértiles del mundo antes de Urrá I, pasará a ser un valle improductivo y muerto.
A los cordobeses se les ha vendido la idea de que por las inundaciones es necesario construir la segunda represa. Pero esas inundaciones, bien manejadas, son las que le dan vida al valle, tal como lo hicieron los indígenas zenúes en época prehispánica. En cambio, con Urrá II se incrementarán las inundaciones, porque se tendrán que deforestar 70.000 hectáreas de selva húmeda ecuatorial en el Nudo del Paramillo.
Ello significa que dejarán de existir los “colchones de vegetación” que sirven para amortiguar las correntías de aguas lluvias y éstas correrán sin ningún control sobre una superficie desforestada, lisa, lavada, cada vez más ácida. Verterán sus aguas directamente al lecho del río Sinú que terminará desbordándose. Además, como no habrá vegetación, el efecto de la erosión fluvial se duplicará y el sedimento en el lecho del río será peor.
La empresa asegura que la vida útil promedio de la actual hidroeléctrica es de 50 años, cuando realmente puede ser sólo de 20. Los directivos de Urrá S.A. se comprometieron a extraer el 80% de la biomasa cuando se hizo el llenado de Urrá I. Si Urrá I, con sólo haber sepultado 7.400 hectáreas de selva húmeda ecuatorial ha ocasionado el impacto ambiental que se conoce, ¿qué se puede esperar cuando Urrá II sepulte 70.000 hectáreas? Y, ¿qué decir del cambio climático? Puede parecer apocalíptico, pero los efectos del impacto ambiental con Urrá II contribuirán también al calentamiento global y al efecto invernadero, pues la cantidad de biomasa que quedará bajo las aguas, al descomponerse, producirá gas metano (CH4) o gas de los pantanos, y este es uno de los más letales en el efecto invernadero.
Puntería Profética
Mucho antes de la construcción de este proyecto, El Espectador fue el primer medio nacional que alertó sobre los graves problemas que traería para la cuenca del Sinú la construcción de Urrá I. En su momento, el periódico se apoyó en el ambientalista monteriano Paúl Sánchez Puche, quien hoy presta sus servicios científicos en el Jardín Botánico de Bogotá. Sus denuncias se cumplieron. La desaparición de la pesca y el descontrol en las inundaciones son evidentes.
Sánchez Puche también advirtió que la cuña salina penetraría varios kilómetros hacia el cauce del río. Hoy llega a San Bernardo del Viento y el impacto del salitre, que también es transportado por el aire, es el doble Además dijo que los embera katíos padecerían los rigores sociales, culturales y ambientales. Hoy, la realidad superó el pronóstico y además a los indígenas empezaron a matarlos, entre ellos, al cacique Kimy Pernía Domicó.
¿Dónde quedaron los estudios de Urrá y las previsiones optimistas contratadas por la compañía? ¿Los mismos que le vendieron a los cordobeses la idea de un proyecto multipropósito? ¿Para qué sirvieron los monitoreos sobre el recurso pesquero y los humedales? Un estudio de la Fundación del Sinú demuestra que en Córdoba se han secado 80 mil hectáreas de humedales.
La empresa Urrá S.A. dijo que haría estudios de erosión. La realidad muestra que se ha multiplicado en forma alarmante. Para sustentar el fenómeno de la erosión fluvial, los directivos de la compañía se apoyan en que el Sinú es un río joven, que no tiene estabilidad. Sin embargo, Sánchez Puche explicó que “en la historia de la humanidad se ha demostrado que cuando los procesos son naturales, los efectos de la erosión son mínimos, pero cuando el proceso es interrumpido por mecanismos artificiales, el efecto es catastrófico”.
Hoy Sánchez Puche sostiene que el río hoy no baja ni sube progresivamente su nivel, y que una medición que se produce de golpe, en menos de doce horas, como ocurrió en la segunda semana de octubre, hace que los taludes (barrancas u orillas de los ríos) se desplomen, porque absorben gran cantidad de agua que les representa un sobrepeso. Eso lo saben también los campesinos, aunque Urrá S.A. no lo reconoce.
Se le fueron las luces
¿Dónde está el turismo ecológico en su zona de influencia? ¿Dónde están las 300.000 hectáreas que el proyecto recuperaría para la agricultura? Apoyada en algunos estudios contratados, los representantes de la empresa Urrá S.A. sostenían que el bocachico no desaparecería porque se reproduciría aguas abajo. Desapareció, porque Urrá les cambió el “reloj biológico”.
La empresa Urrá S.A. está lejos de haber puesto en práctica un desarrollo sustentable. Se demostró que le interesó más la comercialización de la energía que la gente, que fueron más los perjuicios que los beneficios. Tampoco hubo “energía para todos”, como decía el comercial. La capacidad instalada del proyecto es sólo el 3% del total nacional.
La Comisión Mundial de Represas (CMR), un cuerpo independiente respaldado por el Banco Mundial para revisar con criterio científico el rendimiento de las grandes represas, realizó un estudio sobre las represas en el mundo y comprobó lo que los ambientalistas dicen: “Los daños sociales, ambientales y económicos causados por las grandes represas han sido muchísimo mayores de lo que admiten empresas y gobiernos”. El proceso que va de Urrá I a Urrá II terminará confirmando las conclusiones del estudio.
HIDROELÉCTRICA RÍO SINÚ, UNA PROPUESTA APOCALÍPTICA
Por Ramiro Guzmán Arteaga y Paúl Sánchez Puche Saturday,Jun. 28, 2008 at 2:59 PM
ramiroguzm@gmail.com. Fuente: Centro de Medios Independientes de Colombia
El Gobierno colombiano pretende construir una nueva hidroelétrica en el Alto Sinú, donde está una de las selvas húmedas ecuatoriales más biodiversa del mundo.
Impactos de una nueva hidroeléctrica en el Alto Sinú
Con el argumento de que una nueva hidroeléctrica en el Alto Sinú controlará las inundaciones en el departamento de Córdoba durante los próximos mil años, el ministerio de Minas y Energía y la empresa Urrá S.A pretenden justificar el proyecto para la construcción de Urrá II o Proyecto Río Sinú, como ahora se le quiere llamar a lo que no es más que la segunda etapa de Urrá I.
El hecho es que Colombia tiene asegurado su futuro energético hasta el año 2012, es decir, no necesita producir energía en términos inmediatos; sin embargo, a partir de esa fecha en adelante, para evitar un nuevo racionamiento, el país deberá inyectarle 500 nuevos megavatios al sistema energético, los cuales serán adquiridos mediante proyectos hidroeléctricos o térmicos.
De acuerdo a la propuesta de Urrá S.A y del Ministerio, la nueva hidroeléctrica del Alto Sinú entrará en operación en el 2011 y tendrá una potencia instalada de 420 megavatios. Es decir, no es gratis ni una simple coincidencia que la fecha de entrada en operación se produzca paralelamente a las necesidades energéticas del país. Además, el negocio de la energía es uno de los más lucrativos del mundo y un reciente estudio de la Andi establece que en Colombia la energía es la más cara de Suramérica, con un 20 por ciento por encima de los precios de otros países.
La plata justifica la hidroeléctrica
Es claro que lo que se busca es suplir gran parte de la energía que para el año 2012 estará necesitando el país y al mismo tiempo vender energía costosa, y todo con el argumento velado de controlar para siempre las inundaciones. En conclusión, al gobierno le interesa un bledo controlar las inundaciones, ni los múltiples impactos sobre la selva del nudo de paramillo, el fin es vender energía. Y ¿Por qué no? la hidroeléctrica al sector privado.
En este proceso denominado de “socialización de la propuesta del ministerio de Minas y Energía”, que se llevó a cabo en el Centro de Convenciones de Montería, el 12 de mayo, hay ya varias cosas dirigidas a hacer olvidar u ocultar los estragos ambientales, sociales culturales y económicos de Urrá I.
Con el cambio de nombre del proyecto se pretende hacer creer que no existe relación alguna entre los impactos de una y otra represa sobre la selva húmeda ecuatorial Nudo de Paramillo, cuando la verdad es que los estragos serán consecutivos y se quintuplicarán pues el nuevo embalse será seis veces mayor que la represa más grande del país.
El Parque Nacional Natural Paramillo cuenta con un área de 460 mil hectáreas, de las cuales el 11.5 por ciento formarán parte del Proyecto Río Sinú. Además, en la zona donde se construiría la nueva central hidroeléctrica, se encuentran asentadas 14 comunidades Embera-Katio del Alto Sinú, con un total de 2118 indígenas.
Paralelamente hay que advertir sobre los impactos sociales de la etnia que en menos de diez años dejan 14 miembros de la comunidad asesinados. El resguardo Indígena lo conforman 115 mil hectáreas, de las cuales 33 mil hectáreas de selva, el 26.6 por ciento, serán destruidas.
En forma astuta se argumenta que lo importante es salvar a las comunidades ribereñas de las inundaciones que, dicho sea de paso, nuevamente se empiezan a registrar, para hacerle creer al departamento de Córdoba, al país y al mundo que la obra cumplirá una función, salvadora, mesiánica, y que todo el que se oponga no quiere el desarrollo del departamento.
Se estima que con los dos metros de profundidad del nuevo embalse, se almacenará la creciente de mil años de periodo de retorno. Pero es que en solo cien años Urrá II ya no tendrá nada que controlar porque a este ritmo el río Sinú habrá muerto para siempre y su valle considerado uno de los más fértiles del mundo, habrá desaparecido de la faz de la tierra.
Urrá I es responsable de las inundaciones que se volvieron a registrar, como lo es de los impactos ambientales, sociales, económicos y culturales y será responsable de lo que ocurra con Urrá II o proyecto Río Sinú, que no puede ser otra cosa que la desaparición del río Sinú y la muerte de su valle.
Aunque la empresa Urrá S.A y el Gobierno no ven otra opción distinta que la construcción de una nueva hidroeléctrica para el control de inundaciones, lo cierto es que existen otras formas ambientalmente más sustentable que no ocasionan los impactos ambientales y sociales previstos.
La primera es que los hacendados y terratenientes derriben los diques o terraplenes que han levantado para proteger sus haciendas de las inundaciones para que las aguas puedan correr libremente por los caños, quebradas y canales hacia las ciénagas que sirven de colchón de amortiguamiento a las crecientes. Paralelamente se deben limpiar y dragar esos afluentes de agua.
Además, no se debe olvidar que las inundaciones, bien manejas, son las que le dan vida al valle del Sinú y lo han convertido en un de los más fértiles del mundo, porque le aportan los nutrientes que arrastra desde la Selva Nudo de Paramillo y alimentan las correntías subterráneas. De no haber inundaciones el río dejará de aportar nutrientes al valle del Sinú, lo cual lo conduciría inexorablemente hacia la muerte.
Urrá y el calentamiento global
Con la construcción de la hidroeléctrica el remedio será peor que la enfermedad porque los aparentes beneficios del control de inundaciones anunciados serán ínfimos ante la magnitud de los impactos sobre el valle y el planeta.
Con la destrucción de 53 mil hectáreas, más las 7 mil 400, hectáreas ya destruidas, con Urrá I, de selva húmeda ecuatorial primaria y secundaria, se contribuirá sin duda al calentamiento local, regional y global.
Veamos por qué. El río Sinú es un corredor ecológico natural en el departamento de Córdoba desde el Nudo de Paramillo hasta su desembocadura en Bocas de Tinajones. Esto en razón de que transporta humedad, vientos que refrescan y ayudan a conservar la temperatura en todos lo pueblos que están en la zona de influencia de la cuenca del río Sinú. Es decir, el río Sinú influye en más del sesenta por ciento en la regulación del clima del departamento y del sistema hidrológico. Las brisas del Mar Caribe no alcanzan a refrescar tanto el continente como si lo hace toda la biodiversidad y el entorno del río Sinú y toda su red de afluentes, y las cientos de quebradas que existen en la parte alta y media del departamento de Córdoba.
Al destruirse esta parte alta de selva húmeda ecuatorial primaria y secundaria, con la construcción de Urrá II o Río Sinú, se rompería el equilibrio ecológico y dinámico que existe actualmente y este corredor natural se vería gravemente afectado, lo que contribuiría a aumentar un grado más la temperatura en el departamento de Córdoba.
Además, se va a producir un caos en el régimen de lluvias en el departamento, porque al destruirse la selva se rompería el proceso de evapotranspiración entre los árboles y la atmósfera.
Al no existir árboles, por la deforestación que se hará en las 53 mil hectáreas destruidas, las nubes pasaran de largo lo que traerá como consecuencia que disminuya el régimen de lluvia afectando los caudales de los afluentes del río Sinú.
Un divorcio doloroso
Existe una relación directa de interacción ecológica entre el Mar Caribe y la selva del Nudo de Paramillo. Las nubes se forman en el mar, el viento las transporta hacia el continente pero son nubes de vapor, sin mucho agua, y la masa selvática recoge ese vapor y lo convierte en nubes más cargadas, las cuales, al no encontrar la barrera natural de selva en el Paramillo se pasaran de largo.
El Panel Intergubernamental Sobre Cambios Climáticos (IPCC), organismo adscrito a la ONU, confirma que la temperatura global del planeta ya se ha aumentado en 0,9 grados centígrados, y de llegar a dos grados, el planeta entraría en un proceso de deterioro irreversible. Pero este proceso de aumento de la temperatura no es homogéneo, pues en algunas partes va subir dos, tres o cuatro grados de acuerdo a las condiciones geográficas, a la contaminación por bióxido de carbono (CO2) y la destrucción de la vegetación. Luego entonces la destrucción de la selva del Paramillo va a contribuir al aumento de la temperatura global, regional y local.
Pero hay más. Con la destrucción de la selva del paramillo se perderán muchísimas especies de plantas y de insectos, que son polinizadores de las plantas y se estará perdiendo una farmacia natural de medicamentos porque el mayor porcentaje de medicinas del mundo provienen de las selvas.
Un solo árbol de las selvas del mundo aporta en vapor de agua a la atmósfera 7.6 millones de litros de agua durante toda su vida a la atmósfera, por eso al destruirse la selva del paramillo se perderían un aporte importantísimo de agua al planeta.
Si se construye Urrá II (o Hidroeléctrica Río Sinú) el Paramillo pasará poco a poco de selva a sabana y de sabanas a manchas de desierto, cambiara toda la geografía del Paramillo. Eso también conllevará a que llegue menos riqueza biológica a las ciénagas del Bajo Sinú y al mar Caribe, mucho más si se tiene en cuenta que, como sostiene el científico de la Universidad Nacional, Jesús Hidrovo, el noventa por ciento de riquezas biológicas, representados entre otras en planctum, que tiene el mar Caribe, lo aporta el rio Sinú. Pero aún hay más. El efecto invernadero. Sucede que al destruirse y descomponerse la selva se producirá gas Metano (CH4) que es uno de los gases que contribuyen al efecto invernadero, y es 25 veces más potente que el Dióxido de Carbono (CO2).
El mayor porcentaje del territorio que ocupa el departamento de Córdoba era selva pero en la medida en que se utilizó para la ganadería se transformó en sabana. Ese fenómeno se va a repetir en el Paramillo.
Es un error creer que la riqueza de Córdoba es la ganadería cuando en verdad está en su biodiversidad y los recursos hídricos. Otros aspectos que hay que entrar a analizar y a articular dentro de todo este proceso de construcción de una nueva hidroeléctrica es que si se destruye el cincuenta por ciento de las selvas y bosques del mundo los árboles se afectan entre sí. Y si la temperatura llega a dos grados más la destrucción se acelerará en forma irreversible. En cien años el Río Amazona quedará convertido en fracciones de lagos, es tan fuerte el daño de Urrá que el río Sinú se puede fraccionar y empezar a secarse por pedazos. Se romperá la unidad hídrica. Y ese será el principio del fin.
ALGUNAS INQUIETUDES DE LAS COMUNIDADES DE EL QUIMBO
No obstante que la multinacional española EMGESA afirma que ha cumplido con los requerimientos legales de acercamiento, información, interlocución y consulta con las comunidades, las administraciones municipales, departamental y las instituciones pertinentes, es bien cierto que un buen número de las comunidades afectadas por la construcción de la represa vienen mostrando serias inquietudes y cuestionamientos al Proyecto Hidroeléctrico El Quimbo; y que el resto de los huilenses, quienes de manera indirecta también saldremos afectados, desconocemos por completo los estudios de identificación, caracterización, evaluación de impactos y las subsiguientes medidas de manejo que la parte interesada ha presentado a las autoridades correspondientes.
Dentro de las inquietudes se formulan las siguientes:
- Según datos suministrados por Emgesa, con el Proyecto Hidroeléctrico El Quimbo se desplazarán 362 familias (1.466 habitantes), 1.704 personas perderán sus fuentes de empleo y se afectarán 4.514,9 hectáreas dedicadas al sector agropecuario. ¿Cómo mitigar los impactos ambientales y la reconstrucción del tejido social desde una perspectiva de desarrollo humano sostenible de la Región?
- ¿A quién beneficia el proyecto y por qué?
- ¿Cuál ha sido el impacto en el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades huilenses del Proyecto Hidroeléctrico de Betania?
- ¿Cómo proteger la biodiversidad y el recurso hídrico de las cuencas que nutren el río Magdalena que son fundamentales para conservar nuestros ecosistemas geoestratégicos y garantizar la soberanía y seguridad alimentaria?
- ¿Cuáles son los mecanismos de participación apropiados para que las comunidades incidan en la toma de decisiones para el desarrollo equitativo y sustentable de nuestra Región?
Estas y otras preguntas que surjan del debate serán prioritarias para construir nuevos escenarios de concertación y diálogo, donde lo público prevalezca sobre lo particular.