¿A QUIENES FAVORECEN LOS ASESINATOS DE LIDERES SOCIALES?
Foto Revista Semana. Líderes Sociales asesinados
Desde el 2016 hasta la fecha, según la Defensoría del Pueblo, se registran 311 líderes sociales asesinados en el país que se incrementaron durante el proceso de paz y con mayor fuerza a partir de la elección de Iván Duque como presidente de Colombia, bajo el supuesto de contar con el respaldo de un gobierno y sus aliados que se identifican con estos crímenes de lesa humanidad.
Javier Ortiz, en su columna de opinión de El Espectador -Matazón infame- sostiene que “es incontrovertible que la llegada del uribismo al poder multiplica las amenazas de estos grupos al margen de la ley contra personas sin ningún tipo de protección”.
Mauricio Vargas, columnista del Tiempo en ‘Causa y Efecto’ expresa que “el fenómeno ocurre desde hace décadas. Pero se ha agravado. Primero, porque el Estado y, en especial, la Fuerza Pública descuidaron, durante las negociaciones de La Habana, las zonas de influencia de las Farc y cuando el grueso de esa guerrilla se desmovilizó, las autoridades no entraron a ejercer el debido control”.
Alberto Brunori, alto comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas en Colombia, sostiene en entrevista con El Tiempo el 8 de julio de 2018, que “vemos muchos casos de defensores o líderes que tienen que ver con la defensa de la tierra, con la oposición a megaproyectos o con denuncias sobre cultivos ilícitos”. Agrega que, “hay que superar la investigación de casos con autores materiales e ir a las estructuras criminales detrás de estos asesinatos, creo que ese es el salto que se necesita hacer para asegurar una efectiva lucha contra la impunidad. El sicario no se mueve solo, alguien lo paga, alguien le da una instrucción y ejerce una actividad, por supuesto ilícita, criminal”.
Como lo advierte Brunori “hay que ir a las estructuras criminales” para conocer quiénes son los autores determinantes de estos crímenes. Sin embargo, es evidente que los asesinatos están dirigidos a destruir las organizaciones sociales y los procesos de resistencia por la Defensa de los Territorios, la restitución de tierras, la sustitución de cultivos o del medio ambiente, contra los megaproyectos minero energéticos (fracking, represas, minería a gran escala), los agronegocios y el narcotráfico.
Sin lugar a dudas, estos crímenes favorecen al bloque político dirigido por Uribe que respaldan a Iván que representa, de una parte, los intereses del latifundio tradicional que como lo señala el investigador Daniel Libreros de la Universidad Nacional “ahora asociado con el latifundio resultado del despojo que ´produjo la guerra durante las últimas décadas y que según los cálculos más benignos llega a 6 millones de hectáreas. Propugna por el ‘estatus quo rural, porque las tierras despojadas sigan en manos de los victimarios, sus testaferros y aquellos que las apropiaron mediante el lavado de activos”. Y, de otra, al sector dirigido por Santos cuyos intereses están vinculados a los grupos financieros cuyo gobierno estuvo dirigido a favorecer la consolidación del control corporativo de los territorios abriendo oportunidades de negocios a las grandes empresas asociadas a las cadenas de producción transnacional. Lo anterior explica la alianza clasista inter-élites que se evidenció en el frente electoral de “los de arriba” ante la posibilidad de que una convergencia en torno a mínimos democráticos con un personaje ajeno al establecimiento llegara a la Presidencia de la República.
De acuerdo con Tatiana Acevedo Guerrero, en su columna ‘La capacidad colectiva de cambiar las cosas´ “Diferentes poblaciones, con agendas reivindicativas variadas, empiezan a identificarse unas con otras y a sentir una obligación moral con las demás. Quizá sea este el momento de retomar el paro cívico nacional y se abra camino largo a la empatía.
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