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Miller Armín Dussán Calderón

AUTOORGANIZACIÓN SOCIAL DESDE LA RESISTENCIA.

AUTOORGANIZACIÓN SOCIAL DESDE LA RESISTENCIA.

 

La oleada neoliberal de los 80 explica los recientes e inéditos levantamientos sociales en nuestro continente y, específicamente, las incontenibles protestas que están transitando a diario por campos y ciudades en Colombia con rupturas significativas con las viejas prácticas burocráticas del movimiento sindical y de las nuevas formas organizativas de los países centrales.

El neoliberalismo viene siendo confrontado con la oleada de movilizaciones sociales que han venido ganando fuerza debido a la territorialización de los movimientos, a la crisis del modelo de industrialización, de la fábrica y la reformulación de los viejos esquemas de dominación. Esta fuerza se refleja en los movimientos más destacados como los Sin Tierra y seringueiros en Brasil, indígenas ecuatorianos, neozapatistas, guerreros del agua, cocaleros bolivianos, desocupados argentinos y la multiplicidad de actores que convergen contra el paquetazo neoliberal y que se expresan en la diversidad de formas organizativas.

El resultado, aunque con diferentes intensidades y ritmos, es la re-ubicación activa de los sectores populares en nuevos territorios ubicados a menudo en los márgenes de las ciudades y de las zonas de producción rural intensiva con un arraigo territorial a través de la creación de diferentes formas autogestionarias por los Sin Tierra en Brasil, los “territorios étnicos indígenas” en el Ecuador, las Mingas Hacia Dentro, las guardias indígenas y cimarronas en Colombia, entre otras, y que se vienen extendiendo a nivel urbano en los asentamientos en las periferias de las grandes ciudades, mediante la toma y ocupación de predios con sus huertopias, las Asambleas Comunitarias citadinas y las grandes movilizaciones en todos los municipios encabezadas por la juventud no futuro.

Estas nuevas formas que se materializan en la defensa, permanencia y recuperación de los territorios contra el modelo extractivista de acumulación de capital por despojo propenden por la Autonomía y el Poder Territorial, tanto de los estados como de los partidos políticos, fundada sobre la creciente capacidad de los movimientos para autoorganizarse y construir propuestas para asegurar la subsistencia de sus poblaciones .

Lo anterior está ligado a la revalorización y la afirmación de la identidad de los pueblos y sectores sociales y a la capacidad para formar sus propios intelectuales para no depender del viejo modelo de transmisión de la ideología “desde fuera” que se impuso en el movimiento obrero y popular. De esta manera, en los sectores populares existen personas y colectivos con nuevos conocimientos y saberes que facilitan la autoorganización y la autoformación.

Un rasgo relevante es el nuevo papel de las mujeres que ocupan lugares destacados en sus organizaciones y en la coordinación de las luchas sociales,  cuyo significado profundo se manifiesta en el cambio de las relaciones entre géneros  en las organizaciones sociales y territoriales por su presencia decisiva en la producción y comercialización de productos orgánicos, la formación, el cuidado, la organización de los espacios familiares como unidades productivas donde la cotidianeidad laboral y familiar tienden a re-unirse y fusionarse.

Los movimientos sociales, o caracterizados mejor como “Sociedades en Movimiento” (Zibechi) comparten, la preocupación por la organización del trabajo y la relación con la naturaleza donde propuestas como la reforma agraria y las distintas formas de producción deben ser espacios sin patronos donde se promuevan relaciones igualitarias y horizontales con escasa división del trabajo, asentadas por lo tanto en nuevas relaciones técnicas de producción que no generen alienación ni sean depredadoras del ambiente.

Las formas de organización de los actuales movimientos tienden a reproducir la vida cotidiana, familiar y comunitaria, asumiendo a menudo la forma de redes de autoorganización territorial. El territorio es el espacio en disputa en el que se construye colectivamente una nueva organización social, donde los nuevos sujetos ecosociales son un actor que desde las resistencias van construyendo el Poder Popular Territorial Autónomo y Soberano.

La defensa del Poder Territorial no desconoce la necesidad de la articulación de los movimientos más allá de lo local o territorial. Sin embargo, establecer formas de coordinación amplias y permanentes, como el papel de los movimientos sociales frente al Estado y los gobiernos progresistas ameritan reflexiones profundas para evitar establecer relaciones de subordinación y alienación o confrontaciones autodestructivas cuando las relaciones entre lo social y lo político se reduce a lo electoral.

Las anteriores reflexiones adquieren mayor importancia en la coyuntura actual del Paro Nacional contra el paquetazo neoliberal y el terrorismo institucional y, específicamente, sobre la coordinación de las resistencias que debe ser objeto de análisis desde la acción misma en espacios como las Asambleas Comunitarias, municipales, barriales, veredales donde las decisiones deben ser colegiadas y deben tener incidencia directa en el contexto en que viven las comunidades asediadas por la pobreza, la hambruna, el no futuro y la necesidad de sobrevivencia. Para tal efecto es indispensable construir Agendas Comunes con propuestas concretas para avanzar en la defensa de las economías campesinas como la producción agroecológica, redes de comercialización para garantizar la Seguridad y Autonomía Alimentaria, transición a energías limpias, especialmente, en el sector rural o zonas marginales urbanas como los biogestores, articuladas a la exigencia de retiro de las reformas de la salud, laboral, pensional, gratuidad de la educación pública universitaria, Renta Básica, garantía de empleo juvenil digno, lo que implica  el no pago de la deuda, mayores impuestos para los ricos y superricos, supresión de exenciones tributarias, zonas francas, entre otros.

Es en el movimiento mismo donde se construyen las alternativas para enfrentar la crisis civilizatoria y del capitalismo pero se requiere de la imaginación para la creación de múltiples formas que garanticen la continuidad y permanencia del mismo si se pretende realmente avanzar en la construcción del Poder Popular.  

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