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Miller Armín Dussán Calderón

De cuando los impactos sociales y los riesgos re-constituyen patrimonio cultural

Xerardo Pereiro Pérez. Universidade de Trás-os-Montes e Alto Douro (Portugal)

Introducción

A raíz de la presentación pública de un proyecto de construcción de trece embalses en el río Ulla (Galicia), la coordinadora de afectados y varias asociaciones culturales apoyadas por uno de los ayuntamientos afectados, solicitaron a nuestra universidad un informe (Pereiro Pérez y otros: 1999) sobre los impactos socioculturales y socioeconómicos producidos por el proyecto. Reunimos un equipo interdisciplinar de investigadores –antropólogos, geógrafos y economistas- gallegos y portugueses que contribuyó seriamente para llamar la atención de las administraciones públicas sobre el problema, pero también sirvió para orientar las alegaciones presentadas al proyecto por los habitantes afectados. Como ejercicio de antropología aplicada, el trabajo pasó de ser una acción de mediación cultural para convertirse, por reflexión, en una experiencia de defensa de la comunidad local denominada antropología de urgencia o de emergencia (Castro Seixas: 1999), en la línea de la antropología social de apoyo (Colombres: 1997). Analizo en esta comunicación el seguimiento de ese trabajo, bajo el prisma de lo que sucede cuando el patrimonio cultural está en situación de riesgo o amenaza. Intento explicar el timo para desconstruir el mito, y explicar el mito para descontruir el timo.

1. El patrimonio cultural: perspectivas

Desde el punto de vista jurídico el “patrimonio” es una noción que define todos los recursos que se heredan, bienes mobiliarios e inmobiliarios, capitales, etc., por lo tanto puede tener un sentido eminentemente privado o eminentemente público. En los dos casos, el objetivo es garantizar la supervivencia de los grupos sociales y conectar unas generaciones con las otras (Rodríguez Becerra: 1997). Bajo este punto de vista los aspectos morales tienen escasa o nula regulación, pero si que se tiene en cuenta que el patrimonio es modificable por las generaciones siguientes, de ahi que pueda ser acumulado, perdido o transformado.

También desde el punto de vista jurídico el “patrimonio cultural” (Gómez Pellón: 1999) deja poco a poco de adoptar una definición materialista, monumentalista, esteticista e historicista, para adoptar una visión más antropológica en las últimas legislaciones (1). Esto quiere decir que se ha dejado de reducir el patrimonio a objeto material y monumento, para tener en cuenta los bienes culturales inmateriales y la vida social alrededor del objeto, además se ha dejado de valorizar unicamente las creacciones estéticas extraordinarias e idolatradas por las elites -“las bellas artes”-, para ser quebrada en algún grado la distinción entre lo culto y lo popular, y para ser valorizado en igual medida lo denominado “popular”. También es  importante destacar como el patrimonio cultural ha dejado de ser unicamente “históricoartístico”, entendido como algo únicamente heredado del pasado que merece ser conservado, para pensar que el pasado es interpretado desde el presente de acuerdo con criterios de selección y valoración determinantes en cada época, en un juego de memorias y olvidos, que de todas formas debe responder a las necesidades sociales del presente y del futuro. Siguiendo esta óptica antropológica la noción de patrimonio cultural no es sinónima de la noción de cultura. Esta es una de las confusiones conceptuales más comunes entre los estudiosos pero tanbién entre los agentes de la patrimonialización. La respuesta también no es dicotómica ni simple, pues si bien los antropólogos manejamos una noción de cultura como un todo referente a la vida cotidiana, el património cultural mantiene una relación metafórica y metonímica con la cultura, por lo tanto lo que distingue el patrimonio cultural de la cultura es su representación de la cultura por medio de la conservación y de la transformación de valor de los elementos culturales. De la cultura no podemos patrimonializar ni conservar todo, de ahí que el patrimonio cultural sea sólo una simbólica de la cultura, y por eso los procesos de selección y de negociación de los significados. El patrimonio no puede incluir todo lo que las culturas han creado (Rodríguez Becerra: 1997), y el discurso de la “pérdida del patrimonio” o de las urgencias en su recuperación puede llevar al abuso en la recuperación patrimonial, produciendo una imagen de “estatismo” en la dinámica de las culturas. Además, la patrimonialización tiende a fijar alguna permanencia, cuando por el contrario la cultura está en constante cambio. La cultura puede ser estudiada y conocida, pero no toda puede ser patrimonializada, porque sino estariamos condenados a vivir irremediablemente como nuestros antepasados. El cambio es inerente a la noción misma de cultura, pero también a la de patrimonio cultural. Las dos nociones están intimamente ligadas y necesitan la una de la otra.

En lengua inglesa esta confusión conceptual no existe porque además del sentido jurídico específico que consiguió obtener el patrimonio cultural, se distingue claramente entre “culture” e “heritage” ou “cultural heritage”.

Puesta esta aclaración conceptual previa en consideración, pasemos a subrayar algunas aproximaciones teórico-prácticas sobre el patrimonio cultural, y que son de grande interés para la problemática explicitada más abajo. Desde mi punto de vista son varias las posturas que inciden en los procesos de recuperación y conservación del patrimonio cultural. No todas se excluyen entre ellas y todas nos ayudarán a entender mejor el problema humano estudiado, veamos estas con algún detenimiento:

a) Tradicionalista o folclorista. El patrimonio cultural es aquí reducido a un conjunto de bienes materiales e inmateriales que representan la cultura popular preindustrial. Su visión es historicista, pues considera el patrimonio cultural como objetos y relicarios del pasado, pero también conservacionista, pues se piensa que el fin último del patrimonio cultural debe ser su conservación, independentemente de su uso actual. Los criterios de preservación de artefactos y edificios del pasado deben ser los de época y belleza.

b) Constructivista (Prats: 1998). El patrimonio cultural es entendido como fruto de un proceso de construcción social, es decir, de acuerdo con las épocas y los grupos sociales, se valorizan y legitiman unos bienes patrimoniales y no otros. Ejemplo: En el caso de Brasil hay una tendencia a no patrimonializar el legado africano e indígena, ni tampoco el de los subalternos (Funari: 2001). Desde esta óptica el património cultural es entendido como una representación simbólica de la identidad, pero en muchas ocasiones también como sinónimo de cultura.

c) Patrimonialista (Rodríguez Becerra: 1997). El patrimonio cultural es la recuperación del pasado desde una perspectiva presente, para explicar la mudanza de los modos de vida. El patrimonio cultural está integrado por elementos culturales que adquieren un nuevo valor a través de un proceso de “patrimonialización”, pero que no es lo mismo que la noción de cultura, podríamos decir que es una intervención en la cultura. Los bienes patrimoniales representan formas de vida de un grupo humano en el tiempo.

d) Productivista (Ashworth: 1994). Aquí el patrimonio cultural es entendido fundamentalmente como un recurso para el turismo cultural y para otras actividades económicas. Esta postura considera el patrimonio cultural como una actividad económica que debe satisfacer el consumo contemporáneo, de ahí la necesidad de un proceso de interpretación que convierta recursos en productos o mercancías necesarias para el funcionamento de un sistema de producción posindustrial. Esta postura sigue el criterio del consumo y de la demanda utilizando el patrimonio cultural como representativo de las identidades culturales, pero tiene poco en cuenta los riesgos de la sobre-explotación turística.

e) Participacionista (García Canclini: 1999). Desde esta perspectiva, la recuperación y conservación del patrimonio cultural debe ponerse en relación con las necesidades sociales presentes, y con un proceso democrático de selección de lo que se conserva. También debe estar ligada a la participación social con el objetivo de evitar la monumentalización y la cosificación de objetos, es decir, es muy importante pensar primero en las personas y luego en los bienes culturales. Primero el artesano y luego la artesanía.

2. Viejos y nuevos embalses en Galicia

De acuerdo con algunos autores (De Torres Luna y otros, 1988: 77) la primera iniciativa hidroeléctrica en Galicia fue obra de Laureano Salgado, que construyó en 1874 la central de Segade, cerca de Caldas de Reis (Pontevedra), y que funcionó hasta 1952. Lo destacable es que el proceso de electrificación de Galicia fue en sus comienzos obra de pequeñas iniciativas familiares (De Torres Luna y otros, 1988: 79). Más tarde, concretamente en 1930, la SGGE (“Sociedad General Gallega de Electricidad”), fundada en Madrid en 1900, llegará a liderar el 90% de la electricidad gallega. En 1943, Pedro Barrié de la Maza funda FENOSA (“Fuerzas Eléctricas del Noroeste S.A.“), pero también la época de los grandes embalses, el primero de  los cuales será el de As Conchas (Ourense), en el río Limia, inaugurado en 1948. En 1955 FENOSA absorberá a la SGGE y liderará el mercado hidroeléctrico gallego (De Torres Luna y otros, 1988: 81).

Si la oposición a los embalses ya tuvo en Galicia algunos antecedentes en el siglo XIX, como los acontecidos en la parroquia de Santa María de Tebra (Tui-Pontevedra), durante el periodo de la política hidráulica franquista el temor a las autoridades condicionaba en gran medida los movimientos sociales de protesta contra los grandes embalses: “Unha palabra e xa non che pagaban ou pagábanche a metade” (2). Los grandes embalses eran construidos no sólo para producir electricidad, sino también para regadíos y para el abastecimiento de las ciudades. La agonía de la gente, el “grande Apocalipsis”, como lo definió el escritor Xosé Fernández Ferreiro (3), fue narrado literariamente con el objetivo de recuperar una memoria del conflicto.

Llegado el periodo democrático, algunos grandes embalses proyectados en la época franquista, volvieron a ser retomados en Galicia. Un buen ejemplo es el embalse de Sela, en la frontera galaico-portuguesa del río Miño, el cual no se llevó a cabo gracias a la resistencia de la identidad local y a la solidaridad tras fronteriza luso-galaica (Wateau, 1999: 231-234). Otro que si se llevó a cabo fue el de Lindoso, en la zona portuguesa del río Lima y que afectó al sur de Galicia.

Hoy en día las grandes presas son puestas en cuestionamento en el mundo ocidental, pero no así en países en desarrollo como la India o China(4). Sin embargo, la política hidraúlica

de la “democracia orgánica” actual utiliza en algunos casos los mismos métodos coercitivos que antes, como por ejemplo el de Buscalque -Lobios, 1992- o el del río Umia –1998-. Estos métodos coercitivos se acompañan de una retórica tecnicista (5) que aplasta y anestesia las consciencias (6) de los afectados. Esta retórica tecnicista, propia de las administraciones públicas y de las grandes empresas hidroeléctricas expropia la ecomemoria y la patrimemoria en nombre del “mito do progreso” y de un desarrollo etnocéntrico que pretende “civilizar” y modernizar lo pensado como “atraso”.

En los últimos años, las políticas hidraúlicas en Galicia se han plasmado en la presentación ante la Xunta de Galicia de más de 300 proyectos de “minicentrales” (7) que afectan a más de 1600 núcleos de población. La justificación mercantil está baseado en una  retórica tecnicista que habla de “minicentrales”, pero que en realidad son “maxicentrales”, porque son proyectos límite en el curso medio y alto de muchos pequeños ríos. El lucro que estes proyectos de producción de energía aparentemente limpia viene dado en gran medida por los subsidios de la Unión Europea a este tipo de proyectos, presentados en su mayoría por

la multinacional hidroeléctrica Unión Fenosa.

Estos proyectos no dejan de ser una hiperrealidad virtual que genera en algunos casos dramáticos impactos socioculturales, expresados en los riesgos culturales autopercibidos (Beck: 1992; Mairal Buil y otros: 1997). Las comunidades locales, en asociación de grupos ecologistas, reaccionan afirmando los valores del patrimonio natural e cultural, y utilizando este como estrategia de defensa de las identidades en riesgo. Sin embargo, el patrimonio cultural tiende a ser ocultado e ignorado por las grandes empresas hidroeléctricas a la hora de desarrollar sus proyectos de explotación eléctrica. Paradojicamente, algunas de estas empresas invierten grandes capitales en fundaciones que conservan viejos patrimonios culturales y que acumulan otros nuevos. Detengámonos ahora en el caso del río Ulla arriba señalado. En el año 1962 el gobierno español concede a Hidroeléctrica de Moncabril S.A. el aproveichamiento integral de la cuenca do río Ulla (BOE del 21-11-1962), transferido luego a Unión Eléctrica S.A en 1971 (Orden ministerial del 8-10-1971), después a Fuerzas Eléctricas del Noroeste S.A (Resolución del 7-7-1979) y finalmente a Unión Eléctrica-Fenosa (Resolución del 18- 5-1984). Pero el único gran embalse que se construyó en la cuenca del río Ulla fue el de Portodemouros (1968), una obra que provocó fuertes impactos negativos en la zona, de acuerdo con la autopercepción anamnésica de los afectados.

A mediados de los años 1990 un conjunto de rumores sobre la construcción de embalses se extendió por la comarca de Ulloa (Alto Ulla), algunos alcaldes alertaron de los proyectos a algunos posibles afectados directos, pero nada se concretó hasta el año 1997, fecha en la cual la Comisión Galega de Medio Ambiente acepta el proyecto presentado por la empresa Unión Fenosa para la construcción de 13 embalses en la cuenca del río Ulla(8). El

problema regresa a la palestra pública a comienzos de 1999, cuando Unión Fenosa presenta en el organismo “Augas de Galicia” (Xunta de Galicia) y en los 9 municipios afectados los proyectos para construir 13 embalses en la cuenca del río Ulla. La información es recogida por los periódicos (9), que también se hacen eco de una primera reunión de alcaldes y de otra de los afectados en Melide (A Coruña) (10).

Después de estas primeras reuniones, y del estudio de los proyectos, las posiciones de los líderes sociales y políticos locales fueron expresadas claramente: oposición frontal a los proyectos en virtud de sus impactos ambientales y socioeconómicos negativos. Esta oposición será matizada en el decurso del conflicto. En cada comarca de la cuenca, los líderes que protagonizaron estas reuniones asamblearias son jóvenes con alto grado de consciencia ecológica y con valores afectivos muy fuertes por la tierra en la cual viven o quieren vivir. Esto es muy importante porque representa una inversión de las relaciones jerárquicas tradicionales entre dos grupos de edades: jóvenes/adultos. Por lo tanto, no son ya los padres –segunda generación- los que detentan el liderazgo social, por otro lado acostumbrados a aceptar imposiciones arbitrarias y autoritarias, sino que son los jóvenes los que protagonizan públicamente la oposición a los proyectos, expresan de esa manera su deseo de reinvertir la dinámica estructural que condena al abandono demográfico de estas zonas del interior gallego.

El papel que ocupa el patrimonio cultural dentro de los discursos, acciones sociales y mapas cognitivos de los diferentes protagonistas es un tropos central a la hora de entender las dinámicas sociales alrededor de estos proyectos hiperreales (Baudrillard, 2002: 190) y de momento virtuales.

3. Cuando el patrimonio cultural está en riesgo

Los efectos o consecuencias de la construcción de embalses sobre las estructuras sociales y la cultura de una población afectada pueden ser estudiados a través de sus impactos socioculturales específicos (Mairal Buil y otros: 1997; Pereiro Pérez y otros: 1999; Willigen: 1986; Goldman: 2000). Estos impactos, que pueden ser generados por la misma hiperrealidad virtual de los proyectos, acostumbran a crear incertidumbres sobre el futuro, desorganización socioeconómica, desarticulación política, crisis identitarias, rupturas de sociabilidades y destrucción del patrimonio cultural. Sobre este último impacto, la posibilidad de pérdida de patrimonio siempre es un gesto dramático(11), más aún cuando lo que está en juego es la expropiación de espacios-puente locales y la ruptura de mapas colectivos mentales y emocionales. El riesgo de topocidio y de muerte de la ecomemoria e la patrimemoria crean entre los afectados una sensación de luto, porque se están intentando matar signos evocadores de memorias colectivas generacionales.

Lo que para os ingenieros significa “un paseo más por la campiña gallega”, como así llegó a afirmarlo uno de la empresa Unión Fenosa en una reunión con los afectados del municipio de Agolada, para los afectados directamente por la sombra inmediata de percepción de los riesgos, como por ejemplo los vecinos del municipio coruñés de Santiso(12) significa un previsible y agónico ecocidio y patrimonicidio. Lo que para la administración pública autonómica es “o progreso e a modernización”, para la mayoría de los afectados (13) significa  una pérdida irreparable y una involución en la propuesta de definición de los espacios rurbanos como espacios de recreación, ocio y sociabilidade. En el folleto de la “Coordinadora de Afectados polos Encoros do Ulla” podemos ler lo siguiente: “Veríase afectado o entorno de lugares de gran interés etnográfico e histórico, como o que rodea ás numerosas mámoas que salpican o territorio dos nosos concellos, que son patrimonio histórico-artístico de gran interés”.

En el informe de impactos medioambientales (14) presentado por Unión Fenosa ante Aguas de Galicia (Xunta de Galicia) se opta por silenciar la existencia de muchos bienes culturales catalogados e inventariados, como el castillo de Pambre. El informe describe una naturaleza sin historia ni memoria y sin protagonistas humanos de su construcción, además de utilizar constantemente una retórica tecnicista acientífica, baseada en una idea neoevolucionista y etnocéntrica del progreso.

En el folleto de la “Coordinadora de Afectados Polos Encoros do Ulla” podemos ler: “Frádegas e Pambre: Lugares a protexer”. En el informe encomendado por la coordinadora a un equipo de antropólogos, uno de los aspectos que más se destacan es el de los impactos sobre el patrimonio cultural. La estrategia retórica del no reconocimiento del patrimonio cultural por parte de Unión Fenosa, se confronta con varios iconos patrimoniales de la identidad territorial local: el castillo de Pambre, las torrentes de Mácara y el balneario de Frádegas.

Frente a estos iconos la empresa y la administración autonómica potencian los embalses como un icono del desarrollo, algo que paradójicamente pudiera contraponerse al “modelo de desarrollo endógeno” vendido por las fundaciones comarcales articuladas por la Xunta de Galicia sobre el territorio gallego.

La conservación del patrimonio cultural también es preciso entenderla dentro de procesos identitarios estratégicos. En el caso etnografiado, el propietario del castillo de Pambre, se va a posicionar con los afectados por la afectación de su bien patrimonial de propiedad particular; “el señor de lo jurídico” como algún miembro de la coordinadora lo ha definido, va a ayudar a los locales y va a argumentar la necesidad de conservación del castillo y de su contorno. Paradójicamente este actor nunca tiene reconocido la tutela pública de este BIC, y nunca se tiene mostrado abierto a colaborar en la valorización turístico-patrimonial del castillo. También paradójicamente el “señor” se une a los “siervos” en la defensa de su signo encarnado de distinción aristocrática, pues es uno de los nobles con el título de “Grande de España”. Tradicionalmente el patrimonio cultural fue utilizado para promover el proprio “patrimonio” de las elites y negar la importancia del “patrimonio” de los subordinados. Pero en este caso, el señor “de lo jurídico” se une puntualmente al “pueblo” y a los de “lo reivindicativo” como estrategia de conservación de su “patrimonio”. Esta será una de las claves para entender la declaración de impacto medioambiental negativo por parte da administración pública y respecto al embalse proyectado en Pambre. Por lo tanto, si la activación del patrimonio cultural es generalmente una fuente de cohesión y de identidad, la desactivación del mismo es una fuente de disputa, como tiene sucedido en muchas ciudades poscoloniais que tiraran abajo gran parte de su arquitectura patrimonial (15). Frente a ese riesgo de pérdida del patrimonio cultural, re-activar y conservar patrimonio cultural se convierte en un medio de objetivar la tradición, pero también en un argumento empírico y emotivo de las identidades colectivas, pues es a través de este proceso que los grupos humanos re-inventan sus modos de vida.

Y si para algunos miembros de la coordinadora (16) todo estaba perdido y poco había que hacer, otros miembros más posibilistas y resistentes (González Millán: 2000) llamaron equipos de antropólogos, geógrafos y economistas para realizar informes de impactos socioculturales, organizaron “raftings”, rutas de senderismo, obras de teatro, debates, charlas informativas, concentracións en Santiago de Compostela, elaboraron alegaciones asesoradas por expertos, etc. La adesión social a estas acciones simbólicas tienen un sentido profundo e intenso: los riesgos de destrucción del patrimonio cultural son riesgos que afectan a la memoria colectiva de lo que fuimos en el pasado, y de lo que queremos ser en el futuro. Así lo expresaba un intelectual gallego en un artículo titulado “Los ríos son sagrados”: “Si en la Xunta hay y funciona algo de Cultura, Medio Ambiente, Ordenación del Territorio... ya saben por dónde tienen que empezar: ley urgente para bloquear la propagación de la peste minicentralera/maximierdera, ley urgente para dejar en paz a Ulla, Deza, Arnego, Pambre, Boente, etc. cuya riqueza e importancia solamente en el ruido del agua que corre vale muchísimo más que todos los electrones del mundo en frenesí de calambre. Bueno lo anterior me ha salido un tanto extraño o chorra, pero el Ulla y adláteres que no me lo toquen. Aviso, soy capaz de ir a pescar con pistola porque, con otro poeta, los ríos están dentro de mí y, ya sin poeta, a mí no me embalsa nadie”. (Juán José Moralejo Álvarez, La Voz de Galicia, 16-3-1999, p. 16, Opinión) Pero el proceso de marginación de la población de su propio patrimonio cultural continua, y frente a ese discurso emotivo y afectivo local la empresa promotora de los embalses elabora un discurso arrogante y burlesco, siempre en connivencia con la administración pública autonómica: “existe una relación estrecha entre las compañías eléctricas, como Unión Fenosa, Iberdrola o Endesa, con la Xunta”. (Pedro Brufao, AEMS-Ríos con vida, premio nacional de Medio Ambiente 1998, en El Progreso, 7-07-2002, p. 34) `No nos interesan las tres minicentrales de abajo de Portodemouros, pero fuimos obligados por Aguas de Galicia para regular el cauce de los ríos´. (Ingeniero de Unión Fenosa, reunión en Santiso – A Coruña- con los vecinos, diciembre de 1999) `No han sido convocados todos los propietarios de terrenos afectados porque no presentaron alegaciones´. (Técnico de Aguas de Galicia, reunión informativa, Agolada –Pontevedra-, 20-12-1999) “Venimos a conocer la campiña gallega”. (Ingeniero de Unión Fenosa, Agolada – Pontevedra-, 20-12-1999) “¿Nos puede acompañar alguien que conozca el terreno?”. (Técnico de Aguas de Galicia, reunión informativa, Agolada, 20-12-1999) Después de ser presentadas aproximadamente unas 8.000 alegaciones al proyecto, el discurso político arrogante continuará también en la declaración de impacto ambiental del proxecto(17), que reconociendo “carencias observadas na documentación ambiental” y que “os estudios realizados referentes á flora e fauna, especialmente acuática, resultan pobres e imprecisos”, declara positivamente el impacto ambiental del aprovechamiento hidroeléctrico del río Ulla, con algunas notables excepciones, como la “non viabilidade ambiental do Salto de Pambre”, porque “o azude proxéctase a uns 100 metros do Castelo de Pambre, polo que se considera existe una importante afección paisaxística a un ben patrimonial”.

De esto último se desprenden varias ideas, pero una importante para nuestra interpretación, que es que el poder dominante tiene una idea monumentalista del patrimonio cultural, el monumento es utilizado para legitimarse, pero también para evitar una negativa rentabilidad política desprendida potencialmente del rechazo social al proyecto. Además, este discurso del poder dominante exterioriza unas presencias y oculta otras ausencias importantes desde una lectura social del patrimonio cultural: balnearios en processo de construcción en el contorno próximo, casas de turismo rural, sistemas de regadío –“tostas”, rutas patrimoniales en recuperación, etc.

En relación con el discurso del poder dominante tenemos el del Mercado (Sierra Rodríguez: 416), representado por Unión Fenosa, quien converge con el discurso hegemónico, y frente a eses dos, el discurso vecinal se rebela apoyado por elementos translocales como algunos intelectuales y gran parte de la opinión pública (18). De esta manera los herederos reclaman la herencia (Sierra Rodríguez: 412) y autoelaboran un discurso social experiencial y resistente (González Millán, 2000) que justifica su anclaje al patrimonio cultural en riesgo.

4.- Cuando los locales re-semantizan el “patrimonio”

Desde una perspectiva de dinámica social, el patrimonio cultural se ha convertido en iconografía de territorios, naciones y grupos sociales específicos, y ha sido fundamental a la hora de redefinir los espacios rurales como neorurales y rurbanos (19). Pero la pluralidad de cosmovisiones resemantiza la propia noción de patrimonio cultural, relativiza una visión única y coesionada entre los locales, al mismo tiempo que matiza los valores pensados como propios y piensa en ellos como atributos y construcciones sociales. Esto puede observarse en la oposición a los embalses del Ulla e en la no oposición u oposición minoritaria a la instalación del Parque Eólico del Careón, un monte bastante baldío entre los municipios de Palas de Rei (provincia de Lugo), Toques y Melide (provincia de Coruña). Aquí el monte no representa para los habitantes locales un patrimonio amenazado o en riesgo, como es el auga, el río y su contorno en el caso de los embalses. El Careón, un monte que en el siglo XVIII llegó a producir vino, pero que hoy es un monte yermo en su parte más alta, de poco aprovechamiento agrario y con incendios frecuentes. El dinero producido por el alquiler de los terrenos llega a ser entendido como un buen complemento para la reproducción social de las familias. Además el patrimonio no es expropiado como en el caso de los encoros, sino que es negociado en sus usos sociales, algo más satisfactorio para ambas partes. En el caso de los embalses, estos son percibidos como un peligro y una expropiación de tierras, valles e recursos necesarios para la supervivencia y la conservación de las identidades.

Pero los sentidos que el patrimonio cultural tiene para los afectados, también son plurales. Para algunas personas el problema de la instalación de embalses “é un problema de turbinas”(20), es decir, un problema exclusivamente tecnológico, pues para ellos el patrimonio cultural es sinónimo de cultura, entendida ésta como un saco sin fondo, en el cual todo cabe, y sin posibilidad de ser utilizado como estrategia retórica o jurídica contra los proyectos.

Frente a esa postura, la coordinadora de afectados utilizó el “patrimonio cultural” como un instrumento de defensa afectiva pero también jurídica contra los embalses. De las ocho mil alegaciones presentadas a los proyectos, el patrimonio cultural fue una herramienta discursiva central en la mayor parte de ellas (21), entendido fundamentalmente como patrimonio inmobiliario y como patrimonio histórico protegidos por las legislaciones vigentes. Esa herramienta discursiva se unió al discurso ambientalista y ecologista, que acabó por centrarse en los posibles impactos sobre un medio ambiente pensado como asocial y ahistórico.

Pero si la mayoría de los afectados directos (22) en el Alto Ulla, se manifestan contra la posible construcción de embalses, una minoría piensa y actúa de otra manera. Esta minoría piensa el “patrimonio” desde la ideología de la casa-familia y de la pequeña empresa o negocio. Es el caso de una señora de Santa Mariña (Antas de Ulla) que tenía varios prados afectados por el proyecto de embalse en las “Torrentes de Mácara”, y que los vendió a un comprador a un precio superior al “normal” en el mercado de tierras, con el objetivo de comprar un coche a su hija, que trabaja en la ciudad, y que con el coche podrá regresar diariamente a la casa de su madre. Otro ejemplo es el de un empresario local que fornece tecnología eléctrica para Unión Fenosa, y que defiende la buena utilidad de los proyectos, en la espera de continuar a ganar patrimonio en sus relaciones comerciales con la empresa. Otros dos ejemplos explicitan mejor esta percepción cultural. El primero es el de una propietaria de una casa de turismo rural que piensa que los embalses traerán más clientes a su establecimiento.

El segundo es el del propietario de una minicentral en el río Ulla, que se posiciona en contra de los proyectos si no se le respetan sus derechos, o si no se le abona o compensa economicamente su empresa.

En estas re-semantizaciones, los usos fundamentales del patrimonio son privados y subrayan la necesidad de acumulación económica y de reproducción de la fuerza de trabajo, incluso a costa de riesgos como la degradación de la naturaleza o de la pérdida de patrimonio cultural colectivo.

Sin embargo, entre los afectados opositores, la noción de patrimonio cultural tiende a destacar el sentido público y el colectivo, dintinguiendo las nociones de propiedad y de tutela, y ligando esa noción con las de desarrollo endógeno y sustentable. Esta última corresponde en primera instancia a los habitantes locales, en su versión de los derechos sobre el patrimonio cultural. La resemantización que ellos hacen del patrimonio cultural lleva a matizar profundamente su oposición a los embalses, ellos no están en contra de las minicentrales, sino en contra de las “maxicentrales” proyectadas por Unión Fenosa. Las primeras pueden producir energía recuperando y preservando patrimonio cultural y natural (23). Las segundas expropian el patrimonio cultural y natural, pero también la ecomemoria y la patrimemoria. Además las segundas no dan oportunidad a los locales de competir con proyectos endógenos que reviertan la riqueza en los topos locales y que genere una sustentabilidad.

5. Conclusiones

Cuando el patrimonio cultural está en riesgo, puede existir una disfunción entre la cosmovisión de la Política sobre el patrimonio cultural y la cosmovisión de la Sociedad Civil. La cosmovisión política defiende cada vez más en Galicia los negocios de las multinacionales y menos los derechos de los ciudadanos a participar democráticamente en decisiones transcendentales sobre el patrimonio cultural y el territorio, que les van a afectar en el futuro. El aumento del Mercado en detrimento de la Política hace que los ciudadanos se auto-organicen en la defensa de los intereses públicos colectivos. La recuperación del patrimonio cultural para usos sociales colectivos es un objetivo ciudadano cada vez más importante para la sociedad civil. Para eso rescatan democráticamente el patrimonio cultural para uso y disfrute de todos, aunque sin movilización social no hay percepción de esas necesidades cotidianas por parte de los gobiernos.

La movilización social de la sociedad civil por la defensa del patrimonio cultural fue clave en la declaración negativa de algún embalse como el previsto al lado del castillo de Pambre, pero también es cierto que la visión predominante fue la monumentalista, que es

propia de las administraciones públicas, pues es una heráldica más visible y emblemática,

capaz de estructurar con gran potencia imágenes icónicas del poder dominante. Al mismo

tiempo, esta heráldica sirve para representar una memoria que legitima el orden social del

presente (Connerton: 1989).

El patrimonio cultural es para los afectados una síntesis simbólica de los valores identitarios del grupo, a través del que se reconoce, se presenta a otros grupos y se mercantiliza la retórica del paisaje. La patrimonialización (Sierra Rodríguez: 2000) del mismo es una reacción que responde en situaciones de riesgo de olvido del pasado, una herramienta utilizada ante un futuro que se presenta incierto. La activación del mismo se presenta también como una huida al riesgo de la monocultura (Levi-Strauss: 1988) homogeneizadora. Lo definido como riesgo de “muerte” del patrimonio cultural provoca la revitalización y reconstrucción de la memoria inscrita en él, evitando que se borren las huellas y revalorizando el legado, pues es el patrimonio uno de los tropos donde se condensa la historia vivencial. Pero este proceso no está exento de selecciones, pérdidas y renuncias con el fin último de fijar y garantizar la definición de la permanencia de los grupos humanos. Es por eso que en algunos casos el patrimonio se impone al patrimonio cultural y su sentido público colectivo.

La reconstrucción de patrimonio cultural en situación de riesgo es una forma cultural de reaccionar frente a un sentimiento de pérdida provocada por el “progreso” (Ariño, 2001),

creando así una máquina de producción de raíces. Los riesgos socioculturales auto percibidos por la sociedad civil y derivados de los impactos producidos por los embalses, contribuyen decisivamente para la reconstrucción y la redefinición del patrimonio cultural, relativizando así el discurso etnocéntrico del “Mercado” y de la “Política”. Al mismo tiempo, los riesgos sobre el patrimonio cultural contribuyen para la reconstrucción social y la autoorganización comunitaria en la defensa de su ecomemoria y patrimemoria.

NOTAS

(1)    “A los efectos de la presente Convención se considerará “patrimonio cultural”: -los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pintura monumentales, elementos o estructuras de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia, -los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia, -los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y de la naturaleza así como las zonas incluidos los lugares arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético, etnológico o antropológico.”  (Art. 1, Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural, Unesco, París, 16-11-1972) “O património cultural português é constituído por todos os bens materiais e imateriais que, pelo seu reconhecido valor próprio, devam ser considerados como de interesse relevante para a permanência e identidade da cultura portuguesa através do tempo.”  (Art. 1, Lei n.º 13/85 do Património Cultural Português, 1985) “Integran el Patrimonio Histórico Español los inmuebles y objetos muebles de interés artístico, histórico, paleontológico, arqueológico, etnográfico, científico o técnico. También forman parte del mismo el patrimonio documental y bilbiográfico, los yacimientos y zonas arqueológicas, así como los sitios naturales, jardines y parques, que tengan valor artístico, histórico o antropológico.” (Art. 1, Ley 16/1985 del Patrimonio Cultural Español, 1985) “O patrimonio cultural de Galicia é constituído por todo los bens materiais e inmateriais que, polo seu recoñecido valor próprio, deban ser considerados como de interesse relevante para a permanencia e a identidade da cultura galega a través do tempo.” (Art. 1, Lei 8/1995 do Patrimonio Cultural de Galicia, 1995

(2)    Amalia Porto Quintela, una afectada por el embalse de As Conchas –Ourense-, que sepultó el campamento romano de Aquis Querquennis y que inauguró la producción de electricidad por parte de FENOSA, en O Correo Galego, 29-5-1997, p. 18.

(3)    Fernández Ferreiro, X. (1978): Morrer en Castrelo de Miño. Sada (A Coruña): Ediciós do Castro. Se prohibió su publicación en 1975, y sólo fue editada en 1978. Esta obra relata el proceso social de lucha contra la construcción del embalse de “Castrelo de Miño” (Ourense), en la segunda mitad de los años 1960. Esta área es denominada por el autor como el “Delta del Nilo gallego” por la fertilidad de las tierras, especialmente orientadas para la producción de vino del Ribeiro. El embalse será inaugurado en 1968. Otra obra literaria que relata esos procesos en Galicia, es la novela de Daniel Cortezón publicada por Xerais en el año 1981: “A vila asolagada”, en ella se narra literariamente la tragedia de “Castromiño”.

(4)    (4) Coles, P. (2000): “As grandes presas, ¿a fin dunha época?”, en O Correo da Unesco (mayo de 2000), pp. 10-11. Citando la CIGP –Cimisión Internacional de Grandes Presas-, dice que en China existen más de 22.000 grandes presas –altura superior a 15 metros-, casi la mitad de las del mundo, y en la India unas 3.000, el tercer constructor del mundo.

(5)    (5) Cuando hablo de “retórica tecnicista” me refiero a la utilización de nombres técnicos como “minicentral” para referirse a embalses que pretenden ser construidos en el curso alto de los ríos, y que en realidad son más “maxicentrales” que minicentrales. Aquí observamos una tentativa de control de la ética por la técnica y por la “ciencia”.

(6)    (6) Concepto tomado de Zonabend, F. (1989): La Presque´île au Nucleaire. Paris: Editions Odile Jacob. Sobre los impactos socioculturales de las centrales nucleares en Normandía.

(7)    (7) Veiras García, X. (2000): “Plano Hidrolóxico de Galicia-Costa: 24 encoros máis”, en Cerna- Revista Galega de Ecoloxía e Meio Ambiente n.º 31, pp. 31-32.

(8)    (8)  Ver El Correo Gallego, jueves, 21-1-1999, p. 46 (Área de Compostela) y A Nosa Terra, 28- 1-1999, p. 11.

(9)    (9) Ver El Correo Gallego, jueves, 21-1-1999, p. 46 (Área de Compostela).

(10)                      Ver El Progreso, Domingo, 7-2-1999, p. 17.

(11)                      El embalse de Iliso, en Turquía va a sumergir 52 aldeas y desplazar 78.000 kurdos –Vidas: Expresso, 18-8-2001- .La presa de Cerro del Oro desplazó más de 500.000 personas en México . Ver: Bartolomé, M. e Barabás, A. (1990): La presa Cerro de Oro y El Ingeniero “El Gran Dios”. Relocalización y etnocidio chinanteco en México. México: Instituto Nacional Indigenista / Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. La presa de las “Tres Gargantas” (Río Amarillo) en China sumergirá 1.045 kilómetros cuadrados, destruirá 800 sitios culturales y desplazará a 1.000.000 de personas. En Yugoslavia la presa de “Studenica” modificó la situación prevista en el proyecto, por situarse a 20 kilómetros del monasterio de Studenica (declarado patrimonio mundial de la humanidad), al cual afectaría por el aumento de la humedad.

(12)                      Asamblea de vecinos celebrada en febrero de 1999. Destacar que este municipio se vio muy afectado por la construcción del gran embalse de Portodemouros (1968), sobre el río Ulla.

(13)                      Cuestionario de preguntas abiertas realizado a 100 personas de los municipios de Palas de Rei, Monterroso, Antas de Ulla y Santiso entre marzo del año 1999 y mayo del año 2000. El cuestionario fue elaborado con el objetivo de conocer la autopercepción local pero también consciencializar a la gente, al estilo de Paulo Freire. Sin embargo la mayoría de los cuestionarios fueron recogidos por entrevistadores ligados a la coordinadora de afectados. Esta subjetividad se objetiva en las respuestas. Agradezco sinceramente a Marcial Barral su estimable e importantísima ayuda. Entre las respuestas alternativas a los embalses destacan: la recuperación del patrimonio cultural y el uso social del mismo, el turismo rural, la potenciación de las segundas residencias y de ecomuseos.

(14)                      Unión Fenosa Ingeniería (1998): Aprovechamiento Hidroeléctrico Integral. Río Ulla. Documento de Análisis de Sinergias Ambientales. Madrid: Unión Fenosa. -Unión Fenosa Ingeniería (1998): Aprovechamiento Hidroeléctrico Integral. Río Ulla. Estudio de impacto ambiental. Madrid: Unión Fenosa.

(15)                      Es el caso de la parte medieval de la ciudad del Cairo en la época inmediatamente después de la independencia, cuando dominaba el paradigma modernizador en arquitectura.

(16)                      Activistas como la secretaria de Adega –“Asociación de defensa ecolóxica de Galicia”- como Elvira Cienfuegos, en una reunión de la coordinadora de afectados en Melide (A Coruña), durante el mes de marzo de 1999.

(17)                      La declaración de impacto ambiental del aprovechamiento hidroeléctrico integral de la cuenca del río Ulla es aprobada por la Resolución del 18 de abril de 2001 (Diario Oficial de Galicia, 20-6-2001, pp. 8309-8330).

(18)                      El periódico provincial “El Progreso” emitió reiterados reportajes sobre el asunto desde febrero de 1999, y publicó de manera destacada la opinión de decenas de opositores al proyecto. La postura del periódico fue de apoyo a los afectados, ejerciendo de verdadero cuarto poder. La causa de esta postura combativa une razón, emoción y corazón, y radica desde nuestro punto de vista en la relación afectiva con el Alto Ulla (provincia de Lugo) y la postura crítica de los redactores jefe. Al mismo tiempo la línea política del periódico se había vuelto algo contra hegemónica desde finales de los años 1990.

(19)                      Tengo utilizado este concepto para referirme a los modos de vida característicos de las “vilas” o pequeñas ciudades gallegas y sus contornos, en las cuales se mimetizan los modos de vida rurales y urbanos. Ver: -Bauer, G. e Roux, J. M. (1976). La rurbanisation ou la ville éparpillée. Seuil : Paris. -García de León, M. A. (1992). La ciudad contra el campo. Diputación de Ciudad Real: Ciudad Real. Es significativa en este modelo “rurbano” la inversión de ideas, pues si antes la ciudad era pensada como el lugar de la calidad de vida, ahora es pensado el campo.

(20)                      Hombre, 50 años aproximadamente, propietario do “Muíño dos Canizos”, no río Ulla, y con un proyecto en curso de minicentral hidroeléctrica. Recordar que en la zona próxima, y concretamente en el río Furelos la minicentral hidroeléctrica “Pita” (proyecto familiar) ofrece electricidad para una buena parte de la “vila” coruñesa de Melide.

(21)                      Una copia del conjunto de alegaciones a los proyectos se encuentra en manos de la coordinadora de afectados. La asociación cultural “Os Lobos”, de Vilar das Donas –Palas de Rei- fue una de las más activas en la defensa del patrimonio cultural como estrategia de oposición al proyecto. Agradezco a su presidente, Xosé Manuel Pérez Paredes, toda su ayuda en el desarrollo de esta investigación-acción.

(22)                      Cuestionario de la UTAD citado más arriba.

(23)                      Durante el pasado siglo XX existieron en el Alto Ulla minicentrales de bajo impacto ambiental como la de “Coello” –río Pambre-, en el contorno de Pambre. Ejemplos actuales de minicentrales son la de Ponte Vilariño –río Arnego- , y la Hidroeléctrica Pita -río Furelos-; en breve funcionará como minicentral el “muíño das Canizas” –río Ulla-, también dedicado a mesón-restaurante.

 

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